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Los Salesianos Cooperadores desde el camarín de la Virgen. |
Pues sí, en busca de "remedio", pero un remedio entendido como una petición de que nos aumente la fe, de que crezcamos en santidad, de que los jóvenes conozcan a Jesús de Nazaret y se atrevan a vivir su vida... Esa era la intención la que 11 salesianos cooperadores emeritenses nos perdimos el sábado 14 de diciembre en los hermosos encinares extremeños que rodean el encalado santuario de Nuestra Señora de los Remedios, patrona de la localidad de Fregenal de la Sierra (Badajoz) y también del pueblo gitano católico.
Llegamos al santuario no sin antes tomarnos nuestro desayuno en Zafra y no sin antes perdernos a la entrada de Fregenal. Pero fue fácil encontrar el santuario, en un entorno magnífico del campo extremeño, con un sol que calentaba que daba gusto, aunque el aire sí era frío.
Nos adentramos en el lugar mariano para ir directamente a saludar a la Virgen a su camarín: una hermosa estancia poligonal, ricamente adornada y flanqueada por relieven donde se representaban escenas de la vida de la Virgen María. La talla de la Ntra. Sra. de los Remedios estaba vestida de color coral y celeste y portaba su corona (fue coronada canónicamente en 1906), su Niño y su vara de mando, ya que es también Capitana General de la Fuerzas Armadas Españolas.
Acto seguido nos sentamos en los bancos del templo para iniciar un breve momento de oración a la Virgen María. Pedimos por la Iglesia, por el mundo, por los jóvenes y sus necesidades y por nuestra asociación de salesianos cooperadores. Terminamos con el canto de la Salve.
Nos dirigimos al chiringuito que está al pie del santuario, que despedía un olor a panceta y pestorejo que no nos pudimos resistir e hicimos allí un receso para irnos después directamente a Fregenal a ver qué podíamos visitar.
Las iglesias estaban cerradas y el culto en el convento de las Agustinas era por la tarde, así es que no limitamos a subir al castillo templario de Fregenal y observar el complejo que forman el castillo, la iglesia de Santa María, la plaza de abastos y la plaza de toros de la localidad.
Después por hacernos caso de la guía turística dimos una enorme vuelta para ir al restaurante donde íbamos a compartir la mesa. Sin duda, pudimos bajar tanto el desayuno como la panceta. Luego a la vuelta pudimos comprobar que se tardaban apenas 5 minutos en llegar desde la plaza por la cuesta de Santa María. La comida fue abundante y muy bien preparada. El vino corría y las conversaciones y las risas proliferaban por doquier.
Esta es ya la cuarta peregrinación y convivencia que los salesianos cooperadores de Mérida hemos realizado, tras Guadalupe, Coria y la Peña de Francia. Como miembros de la Familia Salesiana nos gusta acudir a los pies de nuestra Madre la Virgen para pedir por la Iglesia, por el mundo, por los Salesianos, por nuestra asociación y, sobre todo, por los jóvenes.
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